“Oldboy: Días de Venganza”, dirigida por Spike
Lee, es una película de potente argumento poco aprovechado, que derrama mucha
sangre para justificarlo
Para aquellos que desconocen al director de esta
película, es bueno aclararles que Spike Lee es uno de los selectos y pocos
directores de la escuela “indie” que ha entregado Hollywood a lo largo de su
historia, poco reconocido dentro del espectáculo cinematográfico. Su recorrido
filmográfico ha juntado algunos éxitos taquilleros como “Malcom X” (en el que también
actúa) y el thriller de acción “El Plan Perfecto”, protagonizado por Denzel
Washington y Jodie Foster, que es tal
vez su película más conocida. “Oldboy: Días de Venganza”, el último film del
director, es una remake de la segunda parte del manga surcoreano “Trilogía de
la Venganza”, que se denomina de igual forma
y estuvo dirigida por Park Chan-Wook. Spike Lee no logra darle el golpe
justo a una historia de venganza que se conforma haciendo negocio con la
violencia excedida sin un argumento fuerte que acompañe.
La historia narra la vida de Joshep Doucett (Josh Brolin), un alcohólico ejecutivo de una empresa de
publicidades que no sólo es un desastre en su vida laboral, sino que acarrea
los conflictos de divorcio con su ex mujer,
con la que comparte a Mía, su hija de 3 años. En medio de su desastrosa y
vergonzosa vida, luego de una noche de borrachera,
es extrañamente secuestrado. Sin saber por qué, pasa los próximos 20 años solo
en una habitación con una cama, baño, televisión y su única relación con el
exterior es cuando le pasan comida por debajo de la puerta. Su vida allí dentro
se convierte en un martirio cuando por televisión puede ver que es el culpable
de la violación y asesinato de su mujer, pocos días después a cuando fue
secuestrado. Luego de cumplir su condena, es
liberado, y está dispuesto a ver correr sangre para encontrar al culpable de su
sufrimiento.
El enigmático secuestro a Joseph Dusset y las razones de
su encierro torturador durante dos décadas son el hecho argumentativo más
potente y que le permite al espectador al menos llegar al final de la película.
La fuerza de la intriga y la intrincada historia del personaje nos invita a
ilusionarnos con una película que puedo haber resultado más interesante de lo
que en realidad es.
El error de Spike Lee está en que no logra darle forma a
su contenido y a raíz de ello nos encontramos con una narración vacía de drama,
con mucha acción sangrienta que trata de saciar la sed de venganza del personaje.
Los 105 minutos de la película no son aburridos, pero sí
decepcionantes. La trama es misteriosa y combina mucha convulsión y agilidad
por momentos, pero termina cayendo en un lamentable giro dramático que no
compensa para nada los litros de sangre que la pantalla refleja. La venganza
furiosa y desatada por Joshep es exhibida en impactantes escenas de acción con
demasiado morbo, típico del cine de Tarantino, pero que poco se acerca al
argumento del prestigioso director de cine, recordado por su excepcional
trabajo en los dos volúmenes de la sangrienta “Kill Bill”. La sangre sobra. La
tortura de sus víctimas son los elementos más impactantes en lo visual,
logradas con aceptables peleas clásicas de acción, pero que no alcanzan para
rematar una historia dramática que por su argumento podría haber sido mas
profunda
Las historias de venganza en el cine son incontables y
sin duda lo primero que recuerdo, como dije anteriormente, es a la sangrienta
Uma Thurman en su mítico papel en “Kill Bill”, pero en realidad a “Oldboy” le
faltó mucho para acercarse a la magnífica película de Tarantino. Lee no logra
que su personaje contagie el deseo asesino al espectador a través de la
historia y las razones que lo llevan al impulso vengador, como si sucede con
Beatrix Kiddo y su ansiosa sed de sangre a aquellos que arruinaron su vida. El
principal punto es que Tarantino derrama sangre (mucha) pero ofreciendo un
contenido magnifico de fondo, a kilómetros de la violencia de pocos motivos que
presenta Lee.
Si hay algo muy positivo para marcar, es para mí la
correcta actuación de Brolin en su papel como el sufrido Joseph Dusset.
Recordado como fetiche actoral de los hermanos Coen, en una de sus tantas
historias, típicas del cine negro como “El Gran Lebowsky”, en esta oportunidad
nos ofrece un despliegue físico excepcional cuando debe poner el cuerpo en cada
escena de acción, a pesar de que ya tiene bastantes años para ello. Su postura dramática
y su papel de “duro” es también para destacar
En fin, si se quiere pasar el rato es recomendable. Si se
quiere ver algo bueno, la historia surcoreana en la que está basada la película
puede resultar más interesante.