lunes, 28 de julio de 2014

Retrospectiva Nolan - El recuerdo de la primera vez

Memento: Un rompecabezas de la mente

El thriller psicológico de Christopher Nolan nos invita a reconstruir las piezas de una historia atrapante que reflexiona sobre los sentimientos y la memoria.

Hasta hace poco tuve el agrado de comentar esta increíble película con una amiga y desde allí me concentre en dedicarle un humilde espacio a la obra sensacional de Nolan. El segundo arribo del prestigioso director de la trilogía de el Caballero de la Noche me impulso ha no solo invitar a desmembrar cada pensamiento de “Memento”, sino también a extenderme para conocer el estilo de este gran cineasta y más adelante analizar el éxito artístico de su carrera filmográfica con títulos como “El Origen” o “El Gran Truco”. Mientras tanto los dejo con “Memento” y el primer acercamiento al mundo del brillante Christopher.




“Memento”, el segundo trabajo cinematográfico que lo pone  en el firmamento hollywoodense como un director prestigioso, es sin duda su primer arribo hacia la profundidad psicológica y los enigmas de la mente. Este estilo marcaría su más alto nivel artístico, con su antecedente “Following” y sus siguientes películas, “Insomnia” y “El Origen”. La historia dirigida y escrita por Christopher está basada en el libro de su hermano Johnatan, llamado “Memento Mori” (en latín significa, “Recuerda que vas a morir”). El elenco es de poco renombre, pero con acertadas y cumplidas actuaciones como la del protagonista, Guy Pearce, y su compañera de reparto, Carrie-Anne Moss. Esto habla de una producción de bajo costo que roza la tradición del cine independiente, pero con un potencial argumentativo que le valió justificadamente nominaciones a los Oscar y los Globos de Oro (por guion y edición), además de otros galardones en diferentes festivales.

Nolan nos invita a explorar los laberintos y profundidades del complejo mundo de la mente, más precisamente de la memoria. Leonard (Guy Pearce), el protagonista de la historia, sufre un daño cerebral denominado amnesia anterógrada que ataca su memoria de corto plazo y que le impide tener recuerdos nuevos.  Esta condición mental lo obliga a seguir una rutina sistemática y naturalizar un mecanismo de recuerdo para cada día, que consiste en tener fotografías y descripciones detrás de ellas, hasta tatuajes en su cuerpo con información de todo lo que es” importante” y le sirve para no olvidar . Esta disciplina es clave ya que luego de que un lapso 30 minutos él pierde esos recuerdos recientes. Esta enfermedad se origina por un golpe que sufrió en la cabeza la noche que violaron y mataron a su mujer. Ese es su último recuerdo del pasado y a partir de ese hecho, su razón de vida será cobrar venganza por aquel asesinato.



La película es un rompecabezas. Porque la fantástica narración de la historia consiste en una línea temporal que se divide en dos partes. La separación está cuidadosamente realizada a través de un excelente trabajo de edición, que muestra la vida pasada del personaje en blanco y negro y en tiempo continuo, mientras que el relato visual de colores propone una dinámica temporal diferente, pero que hay que ir conectando con el correr de los minutos. Esta forma narrativa es un total desafío para el director que no solo lo realiza bien sino que lo potencia con un contenido atrapante y convulsivo, que nos mantiene sin parpadear hasta el final. Cada escena no tiene desperdicio alguno y todo lo que sucede es importante, por ello la atención del espectador debe ser máxima, para comprender y unir las piezas del thriller.

El golpe más fuerte y valorativo es la importante reflexión sobre el valor de la memoria y los sentimientos. Aquí me detengo a reflexionar profundamente en cómo trabaja Nolan (con un impecable guion) los mecanismos más frágiles de la estructura psicológica y nos permite entender como el ser humano a veces no tiene en cuenta como todo lo que sentimos es equivalente a lo que recordamos. ¿Por qué nos reímos tanto de esa anécdota tan graciosa que nos contamos cada Navidad cuando se reúne la familia y que paso hace 6 años? ¿Cuál es la razón de llorar al recordar a aquel amor perdido en el verano pasado? ¿Por qué nos sonreímos tanto cuando repasamos el álbum de fotografía y nos ponemos a pensar como paso tan rápido el tiempo? ¿A qué se debe la alegría de sentir los brazos de un hijo cuando jugamos con él? Todo esto cotidiano que atraviesa nuestra vida es controlado por la capacidad de recordar esos momentos y recordar que sentíamos en ese momento. Si de repente nos arrancaran aquellos instantes, no entenderíamos porque esa anécdota es tan graciosa o porque esa foto nos causa tanta tristeza.



El personaje no sólo sufre la imposibilidad de retener nuevos recuerdos, sino que es incapaz de entender cada sentimiento que lo atraviesa. Él no sabe por qué está enojado o feliz, cada segundo de su vida va consumiéndolo en sentimientos fugaces que luego olvida, atrapado en un laberinto de imágenes y tatuajes que solo le recuerdan que debe hacer algo con esas señales. Lo único que lo mantiene vivo es ese amor difuso por su esposa y el dolor de su muerte, que justifica su deseo de venganza insaciable que sería la pieza necesaria para terminar de armar el rompecabezas de su injusta vida. Esa venganza y la sed de sangre es lo único que lo mantiene en pie. Es solo un sentimiento lejano el que lo hace sobrevivir entre tantos otros inexplicables que se le escapan como los granos de arena de un reloj, hasta que cae el último de los segundos agotándose el tiempo y de repente ¡pum!, volver a empezar, preguntándose “¿Por qué estoy corriendo? ¿Estoy persiguiendo a ese sujeto? Ah no, él me está persiguiendo a mi”  (Escena impactante de la película).

Es esto lo que me gusto rescatar de una obra magnifica de Christopher Nolan, que no solo nos deja interpretar los más misterioso de la mente, sino que lo narra de una forma increíblemente bien lograda. El libro de su hermano como la película son de indiscutible recomendación, además de por supuesto legitimar a este gran director del que seguro estaré escribiendo más adelante, ya que toda su filmografía es de una imperdible satisfacción artística.







sábado, 12 de julio de 2014

La lagrima mecánica


La reciente película protagonizada por la pareja juvenil de Divergente, llego a los cines para deshidratarnos a llanto con un relato dramático sobre el cáncer y un amor inusual





“Bajo la misma estrella”, historia basada en la novela homónima de John Green, llega a las pantallas grandes de la mano del director Josh Boone y poniendo a la dupla estelar juvenil del momento: Shailene Woodley y Ansel Elgort. Boone encara su segundo proyecto cinematográfico, con la comedia romántica “Stucke in Love”, protagonizada por Natt Wolf, a quien volvería a convocar para esta película interpretando al carismático y gracioso Isaac. Sin muchos más datos específicos sobre la película, cierro este primer párrafo informativo, agregando la aparición del consagrado William Defoe que se pone en la piel del escritor Peter Van Houten.


La desgarradora historia de “Bajo la misma estrella” tiene como punto central la sensibilidad a carne viva. Hazel Grace y Augustus Waters arrastran una afeccion cancerígena, en ella su cáncer de tiroides y problemas respiratorios la obligan a llevar un tanque de oxígeno a donde vaya, y Gus con una osteosarcoma que lo encuentra con el reemplazo de su pierna por una ortopédica. El escenario se completa con el mejor amigo de Gus: Isaac, con quien comparten los momentos más graciosos de la película, dejando leer también la conformación de una fuerte amistad. Hazel Grace es quien narra la historia de su vida, marcando la relación con Gus como la parte más trágica y feliz de su vida. Interesante paradoja.



Para comenzar a profundizar y darle la vuelta analítica a este film me parece correcto mencionar la explicación de mi título. Poco tiene que ver con la película del gran Stanley Kubrick, pero si se encuentra argumento al concepto mecánico al que recurro cuando digo que “Bajo la misma estrella” va creando un climax forzado de escenas donde el espectador parece obligado a soltar una lagrima. Desde el comienzo es constante la marcada utilización de los primeros planos para fortalecer los diálogos sensibles y emotivos, acrecentando en las caras de los personajes principales un espejo de tristeza y pena que al espectador sin duda conmoverán por lo menos un poco. Lo malo de esto es que sea repetitivo y que no sea sorpresa en ninguna escena, a pesar de que lo que esté sucediendo es un dramatismo profundo. Además hay que señalar el condicionamiento previo del espectador, al saber que esta película ha sido increíblemente inflada y vendida por toda la prensa como la causante de inundaciones de lágrimas en todas las salas norteamericanas. Crean o no, esto condiciona bastante y desilusiona si el resultado no es el efectivo, pero no es de mucha importancia. Es necesario aclarar, que estos argumentos no son los primeros en el cine, pero si resulta muy polémico el instalar la temática del cáncer en estos tiempos. Este es el ingrediente certero y que seguramente inflara los bolsillos de los encargados de filmarla.


Y entonces nos preguntamos ¿Esta peli ya la vi? Seguramente si la vimos, si apelamos a las historias más melosas de protagonistas jóvenes que culmina con tragedias inexplicables. Pero hay algo más que podemos pensar con “Bajo la misma estrella”: El humor. El humor como giro ligero a un argumento que pretende dibujar algunas sonrisas antes de romper en llanto y hundirnos en la tristeza de los personajes. Es sin duda este el punto más fuerte que destaco y los hago cargo totalmente a los personajes de Gus e Isaac, tan bien interpretados por Wolf y Elgort. La humanidad optimista, carismática y esperanzadora que iluminan un camino tiene un final trágico, embellecen la pantalla con algunas ilusiones de salvación, que poco a poco van agotándose, pero que por lo menos dejaron reír fugazmente y equilibrar el oscuro futuro. He aquí, la fórmula que convierte al relato en más que una película análoga a la tragedia del amor sheakesperiano. La idea está plasmada en enamorar al espectador, y derrumbarlo por completo luego. Algo positivo que marcar en cuanto al dinamismo y mantener en vilo al espectador.



Me encantaría marcar algunas reflexiones interesantes, partiendo de las premisas de Hazel Grace. En una parte ella dice “Lo peor para mis padres es saber que yo me voy a morir antes que ellos”. Argumento implícito desde que le diagnosticaron la enfermedad terminal del cáncer, y donde su único objetivo es disminuir la cantidad de víctimas afectadas luego de su “explosión”.  Me permito aplicar esta analogía de la línea biológica padre-hijo, para explicar la relación que mantiene con Augustus. Ella como protagonista sentí que concibe a Gus (tal como si fuera su hijo) y decide adoptarlo en su vida como alguien importante. Se enamora y comienzan sus primeros miedos:Convertir a Gus en la victima más sufrida al final del camino. Pero sin embargo la fuerza de crecer con la única persona que puede corresponder sus sentimientos, es la que la hace continuar (la esperanza de convivir en un pequeño infinito). Ambos son conscientes del reloj de arena en el que viven, y también saben de qué no hay muchas esperanzas de que alguien pueda darlo vuelta, y así continuar. Pero el enigma está en quien llega a la meta primero. Y es allí donde se explica la analogía, cuando Hazel comienza a ver que el deterioro de Gus es progresivo y comienza a prepararse para su partida, algo impactante que no esperaba vivir, pensando que sería al revés. Tal cual piensan los padres cuando inician el camino de sus vidas acompañados por sus hijos.


Este pensamiento es el que más me marco dentro del relato, y necesitaba compartir la reflexión sobre como la vida a veces esquiva los destinos predeterminados, y como enfrentamos a la muerte como algo asegurado desde que nacemos. Esa es la premisa por la que reza Hazel: El fin indiscutido. Sea por lo que sea todos desaparecemos, dejando o no huella en este mundo, olvidados o recordados, todos nos vamos (idea que choca con la de Gus en la intención de quedar en la memoria universal). Una cuestión existencialista clave dentro de las sociedades occidentales, que tanto temen a la muerte y prácticamente no hablan.



Recomiendo totalmente esta película, y a aquellos que les haya gustado, que lean el libro, para encontrar otras miradas y reflexiones diferentes, que a veces el cine no termina de expresar. Las lágrimas forman parte del engranaje visual, pero eso no es razón para empañar un buen trabajo fílmico y correcta adaptación de guion.



"EL DOLOR DEMANDA SENTIR .Y SI NO HAY DOLOR, ¿COMO CONOCERÍAMOS EL PLACER?"

-Pelipensamiento

miércoles, 2 de julio de 2014

Hollywood segun Woody


Woody vuelve a protagonizar una película, esta vez en una poco entretenida comedia sobre un neurótico director de cine.

Antes de comenzar con la critica, tuve el agrado de observar el documental dirigido por Robert B. Wide, titulado "Woody Allen: A documentary". Uno de tantos reconocimientos y recorridos por la carrera del artista neoyorquino que no solo se convirtió en una figura destacada del cine norteamericano, sino que su prestigio le valió para instalarse como uno de los directores mas influyentes del universo cinematográfico en la historia, es el argumento central del trabajo de Wide. Sin embargo, el documental no solo tiene en cuenta la amplia trayectoria filmografica del genio, sino que también hace foco al rol de comediante, escritor y músico en los que se ha perfeccionado Woody, dejando presentar al mundo, a lo que yo denomino un verdadero ARTISTA.


Sin embargo, a igual que sucede con muchos de los faros que iluminan el océano inmenso de Hollywood, y mas precisamente a los pertenecientes de la escuela indi, van sufriendo a lo largo de su carrera, algo que estuve reflexionando hace poco y lo llamo un proceso de mecanización. Diferentes referentes y universalmente reconocidos por su autoria (destacados del cine moderno) como Scorsese, Coppola, los hermanos Coen, Danny Boyle, Clint Eastwood y tantos otros, han experimentado una especie de metamorfosis progresiva, y en otros casos estacionaria, que desencadenaba en la perdida de la huella de estilo subordinada por un producto de lógica industrial. Que han pertenecido siempre a la industria no quedan dudas, no se discute. Pero siempre se supo que a pesar de pertenecer al terreno hollywoodense siempre mantuvieron el prestigio y las libertades de construir historias independientes del mercado audiovisual y hasta arriesgar venta de taquillas por el deseo de elaborar una obra artística. Y a pesar de ello, hay ciertos tropiezos o interrupciones en sus carreras, donde sin razones bien explicadas o por diferentes cambios en los rumbos narrativos y la busqueda de otro estilo, han renunciado a su firma de buen arte, entregandose a ordenes comerciales de lógica consumista o "pochoclera" en las que mandan los grandes estudios de Hollywood. La justificación a esa perdida no es la posibilidad de un nuevo destino, sino mas bien una presión avasallante de la industria sobre los caminos de la autoria, que principalmente se destaca en los primeros filmes de los representantes de la escuela indie.


En este contexto pretendo criticar y explicar la película de Woody Allen, que a pesar de que considero un gran artista y al que respeto como cineasta, ha pasado por el proceso de mecanización convirtiendo de sus films tan característicos, un producto mas.


En su universo particular, Woody Allen no para de incursionar en su vasta carrera como cineasta y esta vez no fue la excepción. Tal cual hiciera en sus éxitos artísticos como “Hannah y sus hermanas”, “Roma con Amor” y los “Secretos de Harry”, encontramos en “Un final made in Hollywood” la narrativa woodyallense un poco repetitiva y sin el golpe humorístico y entretenido al que nos tiene acostumbrados con sus comedias.


El filme “Un final made in Hollywood”, estrenado en 2002 y protagonizado y dirigido por Woody Allen, acompañado actoralmente por Tea Leoni, cuentan la extraña vida de un flamante director de cine, Val Walxman (Woody Allen), que luego de su majestuosa trayectoria cinematográfica y dos Òscar se encuentra en el total fracaso laboral, realizando publicidades de poca monta. Además, sufre que su ex esposa se ha haya ido con un exitoso productor de Hollywood. Su ex esposa Ellie (Tea Leoni), reconoce sus dotes artísticos, y escribe un guion que resulta ideal para la dirección de Val. El hecho de que antes del rodaje, el director se quedara ciego inicia una frenética desventura de hechos que lo harán filmar la película a pesar de su ceguera.


La característica marca del neoyorquino ha sido un emblema dentro del cine norteamericano, y su vasta filmografía la justifica, pero que en esta película falló. La trama se desarrolla bastante naturalmente, sin altibajos impactantes y su clásico humor hilarante o sutil no logra el efecto humorístico logrado tan bien en “Hannah y sus Hermanas” o “Los secretos de Harry”. La historia del director o escritor frustrado y atormentado por ciertos problemas psicológicos o de pareja ya son un personaje fetiche del cineasta, y en este caso la construcción de Val Walxman no logra la efectividad de los otros y tampoco su historia la potencia.




El argumento es realmente interesante y la idea de expresar la realidad de las producciones hollywoodenses en un subliminal sentido crítico, mezclado con humor, pierde fuerza con diálogos débiles y escenas vacías que hacen la historia aburrida. El recaimiento en más de lo mismo, sin lograr dibujarnos una sonrisa es lo que hace que una gran idea argumentativa no nos termine de satisfacer. El contenido y su idea es clara pero la forma de expresarlo no es la mejor y es allí donde el espectador se siente desilusionado. Sin embargo, algunos puntos a favor se dan en un guion que resalta la crítica y cierta lectura reflexiva sobre el disparatado mundo de las producciones de Hollywood y todos los hechos por detrás de cámara que hacen a la realización de la película y que raramente conocemos.



Sin lugar a duda, “Un final made in Hollywood”, es una de las realizaciones que dejan mucho que desear dentro de las grandes obras del director neoyorquino, y por ello también está justificado que sea un film tan poco conocido y casi perdido en la biblioteca filmográfica de Allen.