sábado, 12 de julio de 2014

La lagrima mecánica


La reciente película protagonizada por la pareja juvenil de Divergente, llego a los cines para deshidratarnos a llanto con un relato dramático sobre el cáncer y un amor inusual





“Bajo la misma estrella”, historia basada en la novela homónima de John Green, llega a las pantallas grandes de la mano del director Josh Boone y poniendo a la dupla estelar juvenil del momento: Shailene Woodley y Ansel Elgort. Boone encara su segundo proyecto cinematográfico, con la comedia romántica “Stucke in Love”, protagonizada por Natt Wolf, a quien volvería a convocar para esta película interpretando al carismático y gracioso Isaac. Sin muchos más datos específicos sobre la película, cierro este primer párrafo informativo, agregando la aparición del consagrado William Defoe que se pone en la piel del escritor Peter Van Houten.


La desgarradora historia de “Bajo la misma estrella” tiene como punto central la sensibilidad a carne viva. Hazel Grace y Augustus Waters arrastran una afeccion cancerígena, en ella su cáncer de tiroides y problemas respiratorios la obligan a llevar un tanque de oxígeno a donde vaya, y Gus con una osteosarcoma que lo encuentra con el reemplazo de su pierna por una ortopédica. El escenario se completa con el mejor amigo de Gus: Isaac, con quien comparten los momentos más graciosos de la película, dejando leer también la conformación de una fuerte amistad. Hazel Grace es quien narra la historia de su vida, marcando la relación con Gus como la parte más trágica y feliz de su vida. Interesante paradoja.



Para comenzar a profundizar y darle la vuelta analítica a este film me parece correcto mencionar la explicación de mi título. Poco tiene que ver con la película del gran Stanley Kubrick, pero si se encuentra argumento al concepto mecánico al que recurro cuando digo que “Bajo la misma estrella” va creando un climax forzado de escenas donde el espectador parece obligado a soltar una lagrima. Desde el comienzo es constante la marcada utilización de los primeros planos para fortalecer los diálogos sensibles y emotivos, acrecentando en las caras de los personajes principales un espejo de tristeza y pena que al espectador sin duda conmoverán por lo menos un poco. Lo malo de esto es que sea repetitivo y que no sea sorpresa en ninguna escena, a pesar de que lo que esté sucediendo es un dramatismo profundo. Además hay que señalar el condicionamiento previo del espectador, al saber que esta película ha sido increíblemente inflada y vendida por toda la prensa como la causante de inundaciones de lágrimas en todas las salas norteamericanas. Crean o no, esto condiciona bastante y desilusiona si el resultado no es el efectivo, pero no es de mucha importancia. Es necesario aclarar, que estos argumentos no son los primeros en el cine, pero si resulta muy polémico el instalar la temática del cáncer en estos tiempos. Este es el ingrediente certero y que seguramente inflara los bolsillos de los encargados de filmarla.


Y entonces nos preguntamos ¿Esta peli ya la vi? Seguramente si la vimos, si apelamos a las historias más melosas de protagonistas jóvenes que culmina con tragedias inexplicables. Pero hay algo más que podemos pensar con “Bajo la misma estrella”: El humor. El humor como giro ligero a un argumento que pretende dibujar algunas sonrisas antes de romper en llanto y hundirnos en la tristeza de los personajes. Es sin duda este el punto más fuerte que destaco y los hago cargo totalmente a los personajes de Gus e Isaac, tan bien interpretados por Wolf y Elgort. La humanidad optimista, carismática y esperanzadora que iluminan un camino tiene un final trágico, embellecen la pantalla con algunas ilusiones de salvación, que poco a poco van agotándose, pero que por lo menos dejaron reír fugazmente y equilibrar el oscuro futuro. He aquí, la fórmula que convierte al relato en más que una película análoga a la tragedia del amor sheakesperiano. La idea está plasmada en enamorar al espectador, y derrumbarlo por completo luego. Algo positivo que marcar en cuanto al dinamismo y mantener en vilo al espectador.



Me encantaría marcar algunas reflexiones interesantes, partiendo de las premisas de Hazel Grace. En una parte ella dice “Lo peor para mis padres es saber que yo me voy a morir antes que ellos”. Argumento implícito desde que le diagnosticaron la enfermedad terminal del cáncer, y donde su único objetivo es disminuir la cantidad de víctimas afectadas luego de su “explosión”.  Me permito aplicar esta analogía de la línea biológica padre-hijo, para explicar la relación que mantiene con Augustus. Ella como protagonista sentí que concibe a Gus (tal como si fuera su hijo) y decide adoptarlo en su vida como alguien importante. Se enamora y comienzan sus primeros miedos:Convertir a Gus en la victima más sufrida al final del camino. Pero sin embargo la fuerza de crecer con la única persona que puede corresponder sus sentimientos, es la que la hace continuar (la esperanza de convivir en un pequeño infinito). Ambos son conscientes del reloj de arena en el que viven, y también saben de qué no hay muchas esperanzas de que alguien pueda darlo vuelta, y así continuar. Pero el enigma está en quien llega a la meta primero. Y es allí donde se explica la analogía, cuando Hazel comienza a ver que el deterioro de Gus es progresivo y comienza a prepararse para su partida, algo impactante que no esperaba vivir, pensando que sería al revés. Tal cual piensan los padres cuando inician el camino de sus vidas acompañados por sus hijos.


Este pensamiento es el que más me marco dentro del relato, y necesitaba compartir la reflexión sobre como la vida a veces esquiva los destinos predeterminados, y como enfrentamos a la muerte como algo asegurado desde que nacemos. Esa es la premisa por la que reza Hazel: El fin indiscutido. Sea por lo que sea todos desaparecemos, dejando o no huella en este mundo, olvidados o recordados, todos nos vamos (idea que choca con la de Gus en la intención de quedar en la memoria universal). Una cuestión existencialista clave dentro de las sociedades occidentales, que tanto temen a la muerte y prácticamente no hablan.



Recomiendo totalmente esta película, y a aquellos que les haya gustado, que lean el libro, para encontrar otras miradas y reflexiones diferentes, que a veces el cine no termina de expresar. Las lágrimas forman parte del engranaje visual, pero eso no es razón para empañar un buen trabajo fílmico y correcta adaptación de guion.



"EL DOLOR DEMANDA SENTIR .Y SI NO HAY DOLOR, ¿COMO CONOCERÍAMOS EL PLACER?"

-Pelipensamiento

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