miércoles, 13 de agosto de 2014

El purgatorio de las ideas

“The Purge”, la película escrita y dirigida por James DeMonaco revela un argumento de crítica social profunda que se choca con una película previsible y que demuestra la mejor forma de destrucción de una original idea.





Si existiera un manual dedicado al seguimiento estricto de ítems que indiquen las diferentes formas de destruir buenos argumentos, la película de James DeMonaco sería el ejemplo claro y hasta brindaría las mejores herramientas de cómo hacerlo paso por paso. Que quede claro para el lector, que hasta el día de hoy estoy irritado por encontrar a esta película como la autora material de una idea que sin duda es interesantísima con un trasfondo político y social muy profundo que se plantea en un futuro distopico (no muy lejano) y termina siendo algo malo que merita salir insultando de la sala. Es sorprendente pensar que el encargado de la creación de la historia sea el mismo hombre que dirige este film y que sin duda es el mayor responsable en degradar su propio trabajo.

James DeMonaco que no acarrea mucha experiencia filmográfica en sus espaldas y tan solo alguna que otra intervención en el cine comercial de terror (influencia que erróneamente aplica en esta película) decide hacerse cargo del título “The Purge” (La noche de la expiación en español). El film se posiciona dentro del género de ciencia ficción y estuvo comandado por la mayoría del equipo de producción de “Actividad Paranormal”.

“The Purge” se centra en un contexto social distopico: Estados Unidos en el año 2022 se encuentra en el mejor momento económico al encontrar la solución perfecta a la oleada de crímenes y desocupación que azotan a la nación. La estructura política denominada como “Los Nuevos Padres Fundadores” descubren el equilibrio del país a través de una convención comunitaria de leyes que habilitan que una vez al año los ciudadanos se sientan en la libertad total de cometer delitos y soltar el salvajismo bestial que los domina, en actos que no serían castigados en un lapso de 12 horas.

La familia de James Sandi es la elegida víctima de este aniversario purgatorio y que en medio de la noche se choca con el conflicto de que su hijo en su intento de proteger un refugiado perseguido por una patota de asesinos burgueses, lo alojan en el interior de su casa. Los jóvenes ricos solicitan la entrega del protegido y a cambio no ingresarían a asesinar a toda la familia. Los Sandin se enfrentan a un noche larga.
La premisa es excelente. El espectador se siente entusiasmado. Imagina lo que la pantalla puede brindarle después de encontrar a este planeamiento conceptual algo de los que seguramente disfrutaran. Solo 15 minutos bastan para saber que nada de eso que pensamos sucederá, sino todo lo contrario.



El trasfondo sociopolítico nos atraviesa y reflexionamos sobre como una sociedad no muy lejana plantea desde sus representantes políticos y las ideas de una “democracia salvaje” los principios más tradicionales de la corriente Maquiavélica y el más crudo darwinismo social. El funcionalismo gubernamental que pretende construir una mejor nación eliminando las problemáticas de desocupación, pobreza e inseguridad nos propone una lectura de la herramienta política más pragmática que aquella famosa premisa de un tal Maquiavelo proponía como manual para los príncipes: “El fin justifica los medios”. La oportunidad temporal de canalizar la bestialidad sanguinaria que contenemos como una miseria de la naturaleza humana, se convierte en realidad en un proceso paradójico que pretende igualar las libertades legales con las libertades morales. El mecanismo es claro y cínico. La habilitación a una masacre popular legitimada legalmente pone en debate nuestra actitud ante la ley y nuestra consciente moralidad que implícitamente ante las normas nos ha formado un espíritu social civilizado donde creemos que matar no es el camino correcto. El trueque de libertad por libertinaje no es otra cosa que una anarquía sádica que dura 12 horas por año a cambio de una “nación renacida”.

El planteo sobre la posibilidad de purificar nuestras almas y calmar nuestra despiadada naturaleza violenta a través de una catarsis se confunde con la real intención de esta ceremonia anual: Una cuestión de clases. La sociedad burguesa disfruta desde el confort de sus sistemas de seguridad como la guerra de los de abajo se desata bestialmente durante toda una noche encontrando como razones la venganza, la necesidad de saciar la sed de sangre y diferentes justificativos que solo terminan de diseñar un panorama donde los pobres mueren y los ricos bajo el lema “ojos que no ven”… disfrutan de los privilegios económicos que la purga deja.

Este aspecto enfocado en los intereses económicos por sobre cuestiones humanas, donde los mecanismos políticos encuentran el amparo perfecto de “limpiar” las escorias sociales se ve sumado a la inmunidad de los mandatarios políticos más calificados a la hora de liberar la noche más bestial del año.
Y esto no acaba aquí. Encontré un elemento interesante que no pude captar en ninguna crítica sobre esta película y me gustaría analizar como la analogía precisa del cuento romano “Pan y circo” y un film que todavía guardo en mis retinas que es “Los Juegos del Hambre”. El discurso oficial del gobierno que precede a una alarma que inicia la noche purgatoria anual nos deja ver entre líneas como la jerarquía política y pequeños burgueses celebran colocando flores azules en sus casas el fervor apoyo a esta medida política sanguinaria, además de disfrutar de las imágenes del crimen callejero desde sus televisores, como se matan entre si las clases inferiores (Capitolio y sus distritos) y permitirnos visualizar en ello la cruel imagen de los reyes y nobles romanos que glorificaban el evento popular de las matanzas entre gladiadores en una arena.  

Me pregunto y les pregunto: ¿Cuánto de ficción y cuanto de realidad hay en esto? Se los dejo a su criterio.

Ya abandonando un poco esta profunda reflexión analítica que me urgía expresar, paso a detallar como un notable planeamiento histórico e impecable guion es desperdiciado inexplicablemente en un desarrollo previsible, sin mayores tensiones y agrados que terminan desilusionando y fracasando por completo. La falta de una estructura de género (terror, drama, suspenso, ciencia ficción) no es un error preciso pero si falla en no delinear una clara idea de lo que se pretende narrar, ajustándose a la idea central del argumento. El recurso de terror agotado en las escenas de pánico e incertidumbre no es muy eficiente, aunque si cumple la cuota de suspenso por algunos momentos. Solo la siniestra y sombría presencia de los asesinos es la que contagia instantes escalofriantes, pero no mucho más. La historia podría girar hacia un costado dramático, teniendo en cuenta el contenido sociopolítico y polémico en el que se plantea el contexto, pero al contrario elige otros rumbos y se queda a mitad de camino dejando varios cabos sueltos. En cuanto a este último punto tengo que decir que es un logro encontrar una renovación dentro del género de la ciencia ficción que no se ampara en recursos tecnológicos y cibernéticos para expresar una sociedad distopica, sino que su argumento se sostiene de tan solo recursos políticos sostenidos en lo que Darwin nombraba como la “ley de la selva”.



En cuanto a la intención de provocar miedo los recursos cinematográficos de la narrativa terrorífica que se desprende de los interiores: Estilo Actividad paranormal solo alcanzan para pagar algunas cuotas de suspenso y tensión estereotipada hasta el cansancio, con la clásica formula de silencio-oscuridad que solo por momentos atrapa. A esto hay que sumarle los primeros planos constantes de visión nocturna.  Si hay algo que positivamente rescato para favorecer la intención de asustar,  es el escalofriante cinismo y profundidad siniestra que tienen los asesinos con máscaras.



 Algunas escenas de acción son correctas pero se deconstruyen y caen en la banalidad cuando comienza a ser “superprevisible” en la clásica “salvación en el justo momento del que no estaba allí y casualmente aparece” (más de tres veces sucede).

Al finalizar la película me quede con la sensación de que el director fue egoísta y en eso me refiero a la mezquindad y egoísmo comercial en minutos fílmicos, donde el argumento queda como superficial al no darle la vuelta a cuestiones centrales como la razón del elitismo social de asesinar, o la simpleza de derribar un sistema de seguridad que funciona en un 99% e ingresar al hogar sin problemas. La falta de profundidad sobre la necesidad del elitismo social de purgar o el mejor conocimiento de la humanidad de los personajes es algo con lo que me quede pensando y que se pudo haber hecho zoom como algo interesante. Pero está claro que James DeMonaco no capta las locuras de este humilde escritor de blog y que mucho no debe importarle después de haberse llenado los bolsillos consiguiendo triplicar el presupuesto invertido en el film.


Se ve que la sangre vende y las ideas se purgan.