martes, 23 de diciembre de 2014

Un Cronista Sensacional


“Nightcrawler” (Primicia Mortal en Hispanoamérica), se suma a mi ranking de lo mejor del año y me animo a decir que le pelea los primeros puestos a muchas de las mejores obras filmográficas del año, que dentro del mainstream hollywoodense se encuentran muchas de alto vuelo artístico. “Nightcrawler” no es precisamente perteneciente a aquellos estrenos taquilleros del llamado “mainstream” o tanques del circuito norteamericano al nivel de “Interstellar”, “Perdida” o “Al Filo del Mañana” entre otras, pero ello se da principalmente por los costes de producción y distribución que a comparación de otros films, se encuentra muy por debajo, rozando la tradición independiente o el estilo festivalero autónomo lejano a las estrellitas de un Oscar (que placer que sea así). Esto nos sirve para entender como Dan Gilroy, luego de su trabajo como guionista en “Gigantes de Acero”, se lanza a su carrera como cineasta, escribiendo y dirigiendo su primer film con recursos económicos menores a las superproducciones, y que con ellos construye un relato desafiante, arrollador y con una profunda crítica social, que no solo lo hace poco temeroso a las órdenes del mercado, sino que ahora se le abre los caminos a proyectos futuros sin duda alguna.
La ópera prima de Dan Gilroy, cuenta en su reporte con la selección afortunada del espectacular Jake Gyllenhaal, que se roba literalmente la película con una composición actoral apabullante y siniestra a la vez que nos dejara impactado. Se suman al equipo, la inoxidable Rene Russo y la joven promesa Riz Ahmed.



Louis Bloom, un ciudadano de los suburbios que se pasa las noches robando alambres y cobre que vende por monedas a las constructoras, busca desesperado de cualquier forma conquistar el éxito. Sus caminos son el paseo nocturno en auto por la oscura ciudad de Los Ángeles. Allí en la ruta encuentra su oficio: Un choque fatal sobre el puente lo encuentra casualmente y se para a ver el suceso cuando ve que un camarógrafo registra el sangriento accidente para venderlo a los noticieros. Louis descubre la forma de abrirse paso en un trabajo independiente en lo que se siente habilidoso: Ser proveedor del amarillismo televisivo norteamericano. Luego de robar y vender una bicicleta, consigue su primera cámara y una receptora de comunicaciones policiales que lo pone al tanto de todos los crímenes nocturnos que suceden en los suburbios. Comienza el show.



Nada mejor que la jungla urbana de Los Ángeles para sacar a la luz este fenómeno periodístico que ha intoxicado a la profesión y a la sociedad, desde que las noticias se volvieron un producto de mercado y diseñado como algo atractivo para el consumidor. Dan Gilroy, fiel a su título “Nightcrawler” fija su cámara en la salvaje noche de los suburbios norteamericanos, donde el crimen está presente en cada esquina, y donde la criatura miserable de Bloom se hunde hasta las más profundas miserias sociales, con el objetivo de filmar la sangre de la víctima, o el cadáver que desea el noticiero para su titular del mediodía. Al principio le resulta difícil entrenar “su ojo” para los sucesos que buscan los amarillistas noticieros, además de encontrarse con cierta competencia que al igual que él, son cronistas de fatalidades nocturnas, volviéndose todo un mundo de “profesionales” despreciables. Consigue un compañero de trabajo que lo ayuda a localizar los sucesos a filmar, y así se va perfeccionando en una supuesta estructura profesional de pseudo cronista, en su auto rojo.



Marcar el concepto de “profesional” como primer aspecto analítico del relato es importante. El personaje de Jake Gyllenhaal es un solitario “buscavidas” que se encierra en su departamento a pensar las estrategias de una mejor existencia. A lo largo del film en su ascenso laboral como camarógrafo sensacionalista, construye una ilusión de empresa recaudadora de noticias, en el que se cree el presidente ejecutivo haciendo de las leyes sociales y de la calle, leyes de mercado. La magistral caracterización cínica y psicótica de Jake, dispara mil palabras por segundo donde especifica cuáles son los “tips” del éxito económico, sacados de cursos on-line que le enseñan a diseñar planes de negocios y cuáles son las mejores opciones para construir un emprendimiento independiente. El “American Dream” traducido a algunas pautas de recomendaciones empresariales se convierte en el estilo de vida de Louis Bloom, que considera que así se lograra el ascenso en una salvaje lucha por sobrevivir, en donde el que más se ensucia gana. ¿No es tal vez una síntesis perfecta del capitalismo?. A igual que el Jordan Belfort de “El Lobo de Wall Street”, Dan Gilroy hace de su personaje un monstro despreciable e inmundo vomitado por el más cruel y salvaje capitalismo, pero que lo marca en lecturas más implícitas y con una marcada reflexión audiovisual, que desde mi punto de vista es más meritoria que la abolición capitalista de la última película de Abel Ferrara, “Welcome to New York”. “Los Profesionales” como denomina Mr. Pink a su grupo de mafiosos en “Perros de la Calle” es un elemento interesante que pone en tela de juicio, cual es el camino a recorrer en el toxico camino del exitismo capitalista, donde las leyes del mercado, son las leyes del más fuerte en realidad y que Louis Bloom representa cuando sale a la calle y no le tiembla el pulso para invadir una casa en busca de su primicia, haya muertos en la escena o no (que los haya es lo más probable). Y a raíz de esto, devenimos al periodismo como parte de este salvaje panorama de mercado, en donde los obedecimientos del dinero, pueden más que la ética o la moral, cuestiones que lo hacen a uno realmente profesional.



Es difícil de categorizar al protagonista de “Primicia Mortal” como un criminal o miserable delincuente, pero su etiqueta social cabe perfecta, porque no es alguien que necesita un arma o un cuchillo para convertirse en tal, solo necesita una cámara y ya es suficiente con eso. Para ver lo genial que es el cine y su capacidad de dialogo con otras obras, recuerdo claramente como Mickey Knox, personaje interpretado por Woody Harrelson en la excelente “Asesinos por Naturaleza” de Oliver Stone, en una escena donde en medio de la masacre de la cárcel mira al aturdido y asustado Robert Downey Jr cuando le dice “¿Pero no tengo arma Mickey?”. Entre risas Mickey le responde “Toma. Apunta y dispara con esto”. Le dio una cámara. En estos tiempos posmodernos, como también me refería en la publicación anterior de “Perdida”, la tv refleja toda una realidad distorsionada y constructora de verdades que a veces no sintonizan con la fidelidad de los hechos cotidianos. Y no hay mejor arma que una cámara para manipular esa realidad a través de su lente deformador, luego procesado de manera terrorífica por los jefes de noticias que lucran con el miedo ajeno. Solo basta con apretar REC y es como si jaláramos del gatillo de una magnum.



 “Que un miembro de la clase alta sufra el crimen de un representante de la minoría, es lo que buscamos”. Así le dice la jefa de noticias al novato Bloom cuando le explica, cuál debería ser su “ojo” a la hora de buscar noticias atractivas, espeluznantes y con la cantidad de sangre suficiente para que sea titular y su noticiero sea más morboso que el de la competencia. He aquí el punto más fuerte y logrado del film. El guion de Dan Gilroy, demuestra en pantalla los finos mecanismos de construcción de relato del más puro sensacionalismo mediático. La escena en que Rene Russo va indicando desde el control como deben manipular el discurso, añadiendo frases como “amenaza terrorífica”, “crimen atroz”, entre otras frases que acompañan el montaje visual de cadáveres en una mansión, es sencillamente espectacular. “El miedo de los medios” gana la partida y la sangre que corre en los titulares debe garantizar terror social, y asegurar el seguimiento de los casos y con ello más audiencia y para que luego de alguna forma mágica el medio encuentre la solución a los crímenes de los que supuestamente también son víctimas. La película se mete en la realidad más pura y la encontramos en cualquier hora con la tan sola acción de prender la televisión y sintonizar algún noticiero de la gran industria periodística, porque para que quede bien claro, la obra de Gilroy no es una crítica norteamericana solamente, este es un fenómeno televisivo mundial, y muy preocupante por cierto. Hay un contrapunto genial que me gustaría marcar y que es el de la relación que hay entre la jefa de noticias y el redactor del medio televisivo. Este último marcado por la educación ética y moral del deber informativo que busca la verdad y no la sangre, se convierte en la voz de la conciencia del periodismo para ser condenado y defenestrado por la vereda del frente, donde los que mandan son los directivos editoriales que prefieren tergiversar la historia en pos del rating, abandonando la función social del comunicador.  De acuerdo a estos mandamientos del “frame” y lo que se debe buscar para llegar a los números comerciales esperados, el film se condensa en la reflexión de un drama social que explora los infiernos más bajos del periodismo pero también combina lo mejor del genero de acción, con algunas escenas buenas de persecuciones y disparos, con tintes de humor negro reforzadas en la actuación de Gyllenhaal, además de la cuota del thriller de suspenso que hace al relato más ágil y con una  tensión que mantiene al espectador hasta la frase final.



Por último, no puedo dejar de otorgarle un párrafo a la performance de Jake Gyllenhaal. La evolución psicológica del personaje es de una genialidad absoluta desde lo actoral, principalmente por la perturbadora y cínica cara que me provoco bastante impresión. Su actitud fría y calculadora, toma los trastornos del Patrick Bateman de “Psicopata Americano”, y hasta en algún momento su locura se cruzaba con la sociópata del Robert de Niro de “Taxi Driver”, principalmente en el foco de ser un desecho social de una ciudad tan oscura como la Nueva York que retrato Martin Scorsese en los 70. Es espeluznante y feroz el crecimiento de la conducta psicológica de Louis Bloom, que hasta en algunos momentos no sabemos si reír o ponernos serios por lo que dice o hace.




Una obra sensacional sobre el sensacionalismo, que narra la historia de un cronista de sangre. Recomendable en todos sus sentidos, y sinceramente me costó mucho encontrarle algún punto bajo al film. Si son de esos que no ven películas piratas, les cuento que a costumbre del cine comercial en Argentina, no se encuentra disponible en las salas, asique corran a su video club amigo que seguramente la tiene (pirateada también), pero no olviden ir con el celu y la cámara prendida por las dudas: Tal vez se chocan con algún hecho callejero fatal y se encuentran con la fama repentina al otro día cuando prendan la tele porque su video es el titular del noticiero matutino. 


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