“Nightcrawler” (Primicia Mortal en Hispanoamérica), se suma
a mi ranking de lo mejor del año y me animo a decir que le pelea los primeros
puestos a muchas de las mejores obras filmográficas del año, que dentro del
mainstream hollywoodense se encuentran muchas de alto vuelo artístico.
“Nightcrawler” no es precisamente perteneciente a aquellos estrenos taquilleros
del llamado “mainstream” o tanques del circuito norteamericano al nivel de
“Interstellar”, “Perdida” o “Al Filo del Mañana” entre otras, pero ello se da
principalmente por los costes de producción y distribución que a comparación de
otros films, se encuentra muy por debajo, rozando la tradición independiente o
el estilo festivalero autónomo lejano a las estrellitas de un Oscar (que placer
que sea así). Esto nos sirve para entender como Dan Gilroy, luego de su trabajo
como guionista en “Gigantes de Acero”, se lanza a su carrera como cineasta,
escribiendo y dirigiendo su primer film con recursos económicos menores a las
superproducciones, y que con ellos construye un relato desafiante, arrollador y
con una profunda crítica social, que no solo lo hace poco temeroso a las órdenes
del mercado, sino que ahora se le abre los caminos a proyectos futuros sin duda
alguna.
La ópera prima de Dan Gilroy, cuenta en su reporte con la
selección afortunada del espectacular Jake Gyllenhaal, que se roba literalmente
la película con una composición actoral apabullante y siniestra a la vez que
nos dejara impactado. Se suman al equipo, la inoxidable Rene Russo y la joven
promesa Riz Ahmed.
Louis Bloom, un ciudadano de los suburbios que se pasa las
noches robando alambres y cobre que vende por monedas a las constructoras,
busca desesperado de cualquier forma conquistar el éxito. Sus caminos son el
paseo nocturno en auto por la oscura ciudad de Los Ángeles. Allí en la ruta
encuentra su oficio: Un choque fatal sobre el puente lo encuentra casualmente y
se para a ver el suceso cuando ve que un camarógrafo registra el sangriento
accidente para venderlo a los noticieros. Louis descubre la forma de abrirse
paso en un trabajo independiente en lo que se siente habilidoso: Ser proveedor
del amarillismo televisivo norteamericano. Luego de robar y vender una
bicicleta, consigue su primera cámara y una receptora de comunicaciones
policiales que lo pone al tanto de todos los crímenes nocturnos que suceden en
los suburbios. Comienza el show.
Nada mejor que la jungla urbana de Los Ángeles para sacar a
la luz este fenómeno periodístico que ha intoxicado a la profesión y a la
sociedad, desde que las noticias se volvieron un producto de mercado y diseñado
como algo atractivo para el consumidor. Dan Gilroy, fiel a su título
“Nightcrawler” fija su cámara en la salvaje noche de los suburbios
norteamericanos, donde el crimen está presente en cada esquina, y donde la
criatura miserable de Bloom se hunde hasta las más profundas miserias sociales,
con el objetivo de filmar la sangre de la víctima, o el cadáver que desea el
noticiero para su titular del mediodía. Al principio le resulta difícil
entrenar “su ojo” para los sucesos que buscan los amarillistas noticieros,
además de encontrarse con cierta competencia que al igual que él, son cronistas
de fatalidades nocturnas, volviéndose todo un mundo de “profesionales”
despreciables. Consigue un compañero de trabajo que lo ayuda a localizar los
sucesos a filmar, y así se va perfeccionando en una supuesta estructura
profesional de pseudo cronista, en su auto rojo.
Marcar el concepto de “profesional” como primer aspecto
analítico del relato es importante. El personaje de Jake Gyllenhaal es un
solitario “buscavidas” que se encierra en su departamento a pensar las
estrategias de una mejor existencia. A lo largo del film en su ascenso laboral
como camarógrafo sensacionalista, construye una ilusión de empresa recaudadora
de noticias, en el que se cree el presidente ejecutivo haciendo de las leyes
sociales y de la calle, leyes de mercado. La magistral caracterización cínica y
psicótica de Jake, dispara mil palabras por segundo donde especifica cuáles son
los “tips” del éxito económico, sacados de cursos on-line que le enseñan a
diseñar planes de negocios y cuáles son las mejores opciones para construir un
emprendimiento independiente. El “American Dream” traducido a algunas pautas de
recomendaciones empresariales se convierte en el estilo de vida de Louis Bloom,
que considera que así se lograra el ascenso en una salvaje lucha por
sobrevivir, en donde el que más se ensucia gana. ¿No es tal vez una síntesis
perfecta del capitalismo?. A igual que el Jordan Belfort de “El Lobo de Wall
Street”, Dan Gilroy hace de su personaje un monstro despreciable e inmundo
vomitado por el más cruel y salvaje capitalismo, pero que lo marca en lecturas
más implícitas y con una marcada reflexión audiovisual, que desde mi punto de
vista es más meritoria que la abolición capitalista de la última película de
Abel Ferrara, “Welcome to New York”. “Los Profesionales” como denomina Mr. Pink
a su grupo de mafiosos en “Perros de la Calle” es un elemento interesante que
pone en tela de juicio, cual es el camino a recorrer en el toxico camino del
exitismo capitalista, donde las leyes del mercado, son las leyes del más fuerte
en realidad y que Louis Bloom representa cuando sale a la calle y no le tiembla
el pulso para invadir una casa en busca de su primicia, haya muertos en la
escena o no (que los haya es lo más probable). Y a raíz de esto, devenimos al
periodismo como parte de este salvaje panorama de mercado, en donde los
obedecimientos del dinero, pueden más que la ética o la moral, cuestiones que
lo hacen a uno realmente profesional.
Es difícil de categorizar al protagonista de “Primicia
Mortal” como un criminal o miserable delincuente, pero su etiqueta social cabe
perfecta, porque no es alguien que necesita un arma o un cuchillo para
convertirse en tal, solo necesita una cámara y ya es suficiente con eso. Para
ver lo genial que es el cine y su capacidad de dialogo con otras obras,
recuerdo claramente como Mickey Knox, personaje interpretado por Woody
Harrelson en la excelente “Asesinos por Naturaleza” de Oliver Stone, en una
escena donde en medio de la masacre de la cárcel mira al aturdido y asustado
Robert Downey Jr cuando le dice “¿Pero no tengo arma Mickey?”. Entre risas
Mickey le responde “Toma. Apunta y dispara con esto”. Le dio una cámara. En
estos tiempos posmodernos, como también me refería en la publicación anterior
de “Perdida”, la tv refleja toda una realidad distorsionada y constructora de
verdades que a veces no sintonizan con la fidelidad de los hechos cotidianos. Y
no hay mejor arma que una cámara para manipular esa realidad a través de su
lente deformador, luego procesado de manera terrorífica por los jefes de noticias
que lucran con el miedo ajeno. Solo basta con apretar REC y es como si jaláramos
del gatillo de una magnum.
“Que un miembro de la
clase alta sufra el crimen de un representante de la minoría, es lo que buscamos”.
Así le dice la jefa de noticias al novato Bloom cuando le explica, cuál debería
ser su “ojo” a la hora de buscar noticias atractivas, espeluznantes y con la
cantidad de sangre suficiente para que sea titular y su noticiero sea más
morboso que el de la competencia. He aquí el punto más fuerte y logrado del
film. El guion de Dan Gilroy, demuestra en pantalla los finos mecanismos de
construcción de relato del más puro sensacionalismo mediático. La escena en que
Rene Russo va indicando desde el control como deben manipular el discurso,
añadiendo frases como “amenaza terrorífica”, “crimen atroz”, entre otras frases
que acompañan el montaje visual de cadáveres en una mansión, es sencillamente
espectacular. “El miedo de los medios” gana la partida y la sangre que corre en
los titulares debe garantizar terror social, y asegurar el seguimiento de los
casos y con ello más audiencia y para que luego de alguna forma mágica el medio
encuentre la solución a los crímenes de los que supuestamente también son víctimas.
La película se mete en la realidad más pura y la encontramos en cualquier hora
con la tan sola acción de prender la televisión y sintonizar algún noticiero de
la gran industria periodística, porque para que quede bien claro, la obra de
Gilroy no es una crítica norteamericana solamente, este es un fenómeno
televisivo mundial, y muy preocupante por cierto. Hay un contrapunto genial que
me gustaría marcar y que es el de la relación que hay entre la jefa de noticias
y el redactor del medio televisivo. Este último marcado por la educación ética
y moral del deber informativo que busca la verdad y no la sangre, se convierte
en la voz de la conciencia del periodismo para ser condenado y defenestrado por
la vereda del frente, donde los que mandan son los directivos editoriales que
prefieren tergiversar la historia en pos del rating, abandonando la función
social del comunicador. De acuerdo a estos
mandamientos del “frame” y lo que se debe buscar para llegar a los números
comerciales esperados, el film se condensa en la reflexión de un drama social
que explora los infiernos más bajos del periodismo pero también combina lo
mejor del genero de acción, con algunas escenas buenas de persecuciones y
disparos, con tintes de humor negro reforzadas en la actuación de Gyllenhaal, además
de la cuota del thriller de suspenso que hace al relato más ágil y con una tensión que mantiene al espectador hasta la
frase final.
Por último, no puedo dejar de otorgarle un párrafo a la
performance de Jake Gyllenhaal. La evolución psicológica del personaje es de
una genialidad absoluta desde lo actoral, principalmente por la perturbadora y
cínica cara que me provoco bastante impresión. Su actitud fría y calculadora,
toma los trastornos del Patrick Bateman de “Psicopata Americano”, y hasta en
algún momento su locura se cruzaba con la sociópata del Robert de Niro de “Taxi
Driver”, principalmente en el foco de ser un desecho social de una ciudad tan
oscura como la Nueva York que retrato Martin Scorsese en los 70. Es
espeluznante y feroz el crecimiento de la conducta psicológica de Louis Bloom,
que hasta en algunos momentos no sabemos si reír o ponernos serios por lo que
dice o hace.
Una obra sensacional sobre el sensacionalismo, que narra la
historia de un cronista de sangre. Recomendable en todos sus sentidos, y
sinceramente me costó mucho encontrarle algún punto bajo al film. Si son de
esos que no ven películas piratas, les cuento que a costumbre del cine
comercial en Argentina, no se encuentra disponible en las salas, asique corran
a su video club amigo que seguramente la tiene (pirateada también), pero no
olviden ir con el celu y la cámara prendida por las dudas: Tal vez se chocan
con algún hecho callejero fatal y se encuentran con la fama repentina al otro
día cuando prendan la tele porque su video es el titular del noticiero
matutino.
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